lunes, 10 de octubre de 2011

El color Morado y las Aceitunas


Sin ninguna base científica creo que a lo que le decimos realidad es más bien una extraña mezcla de cuatro elementos: El tiempo real presente(1), Los sueños(2), La memoria(3), y la imaginación(4). Por eso las corrientes de realismo o naturalismo en el cine me parecen inconsistentes si no toman en cuenta estas cuatro partes de la realidad.


Pero hoy no me interesa el cine. Mi hija Violeta ha nacido. Tiene 4 días. Con ella afuera se impone el tiempo presente(1) que no se detiene en su avalancha poco reflexiva (el conocido non stop de comer-dormir-caca-pañal-etc.). La paradoja es que uno lucha todo el día porque duerma, y cuando finalmente sucede –como ahora que escribo- me dan ganas de despertarla.


Ella duerme y mi tiempo real presente(1) se diluye. Y empiezo a recordar(3) a Olivia de bebé, o a imaginarme(4) la vida de aquí a unos años con las dos. Y es que esos cuatro estados no son excluyentes, las fronteras entre ellos son difusas, y sus porcentajes variables. Hoy por ejemplo ha sido un día de 50% presente, 25% memoria, 12% sueños, 35% imaginación (nunca da 100% así que no sumen).


En cambio adentro era diferente. Adentro era más que nada ilusión. Con la colorada (a.k.a La Suca) decidimos el nombre de Violeta hace unos 4 meses. Y ese color dejó de ser un color secundario para volverse el primario. De hecho pasó a tener una característica que no tienen otros colores: Pasó a ser el color de la ilusión.


Ilusión es una de las mejores variables de la imaginación(4) -la otra buena variable es el daydreaming-. Cada vez que veía ese color inconscientemente pensaba en el futuro. Y por supuesto Violeta es el nombre correcto, pero ante cualquier variación de Lila, Magenta, fucsia o similares mi precaria educación de teoría del color leía: Morado. La ilusión de Violeta, es entonces el color Morado.


Con Olivia pasó algo parecido. Ahora tiene 5 años, hace unos días se le cayó un diente (nada que ver esto último pero también sirve para eso un blog), hace aprox. 6 años nos preguntaban que… ¿de dónde salió el nombre?… No, no, la novia de Popeye se lama Oliva no Olivia… ¿Newton John?… no jodas… el nombre lo inventó Shakespeare… wow… ¿y del Olivo?… sí puede ser… tiene que venir de ahí, la raíz…¿alguien sabe de filología?… No, qué pereza….etc.


En la etapa de adentro de Olivia, cada vez que decía su nombre me imaginaba una plantación de Olivos con miles de aceitunas. No puedo ver un Martini sin pensar en ella. Las aceitunas son entonces, la ilusión por Olivia.


Apresuro el final de este post contando la novedad del día: Hoy apareció la curiosidad. Hasta hoy, Violeta se despertaba por hambre, frío, etc., pero hoy se despertó para mirar. Como diría Amelie Nothomb en La Metafísica de los Tubos: “…¿qué es la mirada? Ninguna palabra puede aproximarse a su extraña esencia. Y, sin embargo, la mirada existe. Incluso podría decirse que pocas realidades existen hasta tal punto… la vida comienza donde empieza la mirada.”


Estoy con sueño, voy tratar de dormir un poco esta madrugada. Trataré de que mi sueños(2) de esta noche sean el color Morado y las Aceitunas.


IMM