sábado, 4 de abril de 2020

Jorge Manzano Vela ¡Nunca muere!


Por Iván Mora Manzano



Empiezo a escribir esto 10 minutos después de recibir la noticia de la muerte de mi querido tío Jorge Manzano Vela, lunes 30 de marzo, no soy capaz de procesar noticias tan tristes, los que vivimos en la narrativa no sabemos realmente vivir, por eso nos sentamos a escribir y contamos algo.

La nostalgia -especialmente en estos casos- no es como se romantiza, no llega “de a poco”, es el viento que abre la ventana de golpe. El primer recuerdo que aparece -justo ahora- fue cuando mi tío nos llevaba en "masa" (a sus hijos -todavía 3, luego llegaría Andrés-, a mis hermanos y a mí) al cine. Eso: cargando 6 niños, paseo por el Policentro (o sería era el Gran Pasaje), canguil y cola para todos, subidón de azúcar, energía y doble función (“Duro de matar” "3 hombres y un bebé" era la cartelera de la época). De nuestra parte diversión total que significa caos! Caos en el viaje, caos en el cine, caos en el regreso. De su parte: paciencia por supuesto.

Una época vivíamos en la casa grande de Hurtado y Tungurahua las dos familias en el centro de Guayaquil, en dos departamentos separados a los que unía un salón de entrada y una escalera. También vivían en otro departamento mi tía Elina, los tíos Vela, en otro las primas Vela, estaba el cuarto de mi abuela, también funcionaba un conservatorio, una oficina y una escuela. Con mis hermanos éramos unos invasores permanentes de su casa y de su oficina. En la oficina nos pedían que no juguemos mucho al juego de las olimpiadas, que era uno de los vicios cuando ya cerraban, porque se dañaban los teclados de las computadoras. Los fines de semana a veces dejaban abiertas las puertas de la escuela y me acuerdo haber hecho con mi hermano Alfredo y con mi prima Saskia, una nave espacial hecha de 15 sillas y 4 mesas. A mi hermana Norka, y mis primos Katia y Jorgito -es decir los más chiquitos- los hacíamos esperar y sólo mirar (el bullying era permitido en esa época). Nos tomó toda la tarde, y justo cuando íbamos a “jugar” sólo alcanzamos unos 15 minutos de vuelos espaciales y ya nos llamaron a comer. Ese "esquema" de preparación vs. diversión tal vez se parece a hacer cine, pero eso sería otro post.

Mi tío era un científico, eso a veces se dice con ligereza, pero en este caso era verdad. Alguna vez le pedimos asesorías para construcciones de amigos y sólo con ver la estructura daba el veredicto: Esto aguanta, esto no, esto se va a caer. Luego calculaba para estar seguro (que es lo que hace la gente responsable) pero sólo con mirarlo automáticamente ya lo sabía. No sólo era uno de los calculistas más respetados de Guayaquil, sino que tiene algunas inventos y patentes en su haber: aleaciones, modelos prefabricados, cosas que yo no entiendo. Lo que si entendí gracias a él fue la teoría de la relatividad (la de Einstein). Mi mamá me decía: pídele a tu tío que te la explique (la teoría), le encanta explicarla. Y era verdad. Le encantaba y la explicaba como un profesor -que era- pero con una emoción de niño y en palabras sencillas.

Esta violencia nostálgica es randómica: Luego me aparece una de las últimas veces que lo vi, esta es hace poco: Él estaba de paso por Quito y en una sobremesa de noche en la casa de mis papás se puso a recitar una mezcla de dichos, poemas divertidos, sonetos lúdicos. Unos pocos yo ya los había escuchado y muchos se los sabían mis primos supongo a fuerza de repetición. Ese es el tipo de persona que era mi tío: un señor sabio y tranquilo que en las sobremesas se pone a recitar poemas divertidos.

Sus historias de juventud son de las mejores que tengo en la mitología familiar: Una es como llegaba las noches perseguido por la policía y se saltaba el muro con las sirenas sonando afuera porque sin orden la policía en esa época no podía entrar a tu casa. Esta historia yo la escuché en la casa de Hurtado y me imaginaba cuando iba a saltar yo mismo el muro perseguido por la policía… nunca me pasó. Otra de sus historias era que viajando en su carro, ya más grande, con toda su familia se quedó dañado justo cruzando transversalmente en medio de una carretera de alta velocidad y se bajó y por la adrenalina lo empujó solo. Tampoco me ha pasado algo parecido. Tal vez él era lo que se dice “un hombre de verdad”, algo que tal vez yo nunca he sido (risas).

Lo que sí trato de contarle a cada niño que conozco es este juego de palabras que nos hacía de niños. Él empieza preguntando y todos los niños responden. Va más o menos así:
-       ¿Quién sabe cómo es la caca de la vaca?
Alguno de nosotros respondemos, con la forma: - una plasta, como un pastel.
-       ¿Y la caca del Caballo?
Lo mismo, niños responden ad libs de: bolita. Todos tratamos de “ganar”
Así, va preguntando sobre la caca de todos los animales conocidos y alguno desconocido: La paloma, la llama, el perro el gato. Y más o menos vamos acertando a todas. Pero de pronto la última pregunta tomaba un giro radical, que podría ser cualquiera de estas opciones -por ejemplo-:
-       ¿Cómo es la anécdota de Heráclito del río?
-       ¿Y la teoría del eterno retorno de Nietzsche?
-       ¿La caverna de Platón a qué se refiere?
Por supuesto, todos niños, nos quedamos mirando entre nosotros sin tener idea de cómo explicar ninguna de esas ideas (que cambiaban para que no nos aprendamos de memoria la respuesta). 
Y a eso, mi tío replicaba, con la enseñanza real que contenía la anécdota: 
     -  “Si viste… sabes un montón sobre cualquier mierda, pero no sabes nada de filosofía.” (Risas.)


Mi tío era ese tipo de personas a quien le daban la palabra para despedir a un familiar querido. Cuando murió mi abuela, él dijo las palabras que Carmen siempre decía sobre ella misma: “Carmen Vela de Manzano, nunca muere”. Y luego se acercó a aplaudir su féretro y toda la sala de velación lo siguió y se acercó a aplaudir el féretro. Eso está registrado caseramente en mi película: La Bisabuela tiene Alzheimer. Cuando murió mi tía Elina me arrepentí no haber llevado una cámara. Tomó la palabra justo antes de que la depositen en la tumba y dijo con una magnificencia teatral -y espero no equivocarme en la precisión de la cita-:  “Los hermanos Manzano somos cinco como un puño, y hoy nos han cercenado un dedo. Un dedo por el que hoy sangramos, un puño que hoy no se puede cerrar, (…) pero somos fuertes, somos unidos …y nos levantaremos”. Todos lo aplaudimos.

Esta era del virus nos enseña no sólo a vivir de otra manera sino a morir de otra manera. Necesitamos rituales nuevos para compartir el dolor en nuestras cuarentenas. Estoy terminando de escribir esto el sábado 4 de abril por la tarde, después de 5 días finalmente van a poder enterrar a mi tío en Guayaquil. Hacemos una videollamada familiar que nos permite vernos por un momento mientras nos transmiten una señal intermitente desde el cementerio.  No quiero convertir este pequeño homenaje en algo muy circunstancial o político, especialmente para no mezclar el nombre de mi tío con el de tanta miseria en el poder que no ha hecho nada por dar un mínimo de decencia a este momento histórico. Pero después de tantos trámites inhumanos por los que han pasado mis primos para llevar este proceso es imposible separar las partes del todo: lo personal es también político. Mi tío era muy político de hecho, de un socialismo sincero. Ahora que Guayaquil está en una crisis tan grande y que la respuesta más banal es el regionalismo (que por cierto es un invento de la clase alta para dividir al país) pienso en ¿Qué es ser guayaquileño? Y yo que vengo de allí sé que no es nada de lo que el cliché canta. Los guayaquileños no tienen por qué ser ni ruidosos, ni sapos, ni vagos, ni maderas de guerrero, ni ladrón mariguanero, ni prepotentes, ni ignorantes, ni estar condenados de ninguna manera al síndrome de Estocolmo que ha estancado a esa ciudad más de 28 años (¿o desde 1984?, ¿o desde 1962, o desde 1951?, bueno, eso es material de otro post).

Los guayaquileños pueden ser también (y sólo una persona lo demuestra hoy): unos sabios inventores, maestros universitarios, ingenieros que pueden hacer cálculos difíciles con sus ojos, personas que también encuentran una fuerza insospechada para salvar a su familia en la carretera, que llevan a seis niños al cine, que saltan un muro, que te explican la teoría de la relatividad, que toman la palabra para conmovernos ante la muerte, que recitan poemas divertidos con sus voces graves, y que te enseñan desde niño a buscar la filosofía para no hablar tanta mierda.

Hoy tal vez estamos cercenados… ¡Pero nos levantaremos tío!
Jorge Manzano Vela ¡Nunca muere!



pd. Aquí el link de mi pelílcula La Bisabuela Tiene Alzheimer, del minuto 40 a 44 está la escena de mi tío en en funeral de mi abuela:

https://vimeo.com/402334798


6 comentarios:

Karina Arias Llorentte dijo...

Nuestro abrazo sincero y condolencias sentidas para toda la familia, en especial a Norka de parte de Guadalupe Llorentte e hija.
Bellas palabras que nos hacen conocer un poco más la valía de un hombre guayaquileño, sencillo, paciente, responsable e inteligente.
Ya descansa en paz.

Unknown dijo...

Mi querido maestro descance en paz junto al regazo del señor!

Unknown dijo...

Gracias por compartir... un abrazo virtual enorme a toda la familia Mora Manzano��

Ricardo Andrés Sandoya Lara dijo...

Fue mi maestro en la Universidad de Guayaquil. Lo recuerdo con afecto, su paciencia para enseñar temas tan complejos convirtiéndolos en algo digerible. Lo recuerdo junto a otros maestros que han partido al recorrer cada día mi Facultad ahora en mi calidad de docente. Como el Ing. Manzano no habrá.

Carlos Castro V. dijo...

Fuí alumno de Jorge en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Guayaquil cuando él inició su carrera docente y lo recuerdo como un excelente profesor, famoso por su frase "así de fácil" al finalizar sus clases. Pero lo recuerdo principalmente como un ejemplar ser humano, comprometido con las causas más nobles de los pueblos. Guayaquil y el Ecuador pierden a otro de sus hijos valiosos.Solidaridad con sus familiares.

Unknown dijo...

Qué hermoso texto querido Ivan, sin haberle conocido me trasladaste a como debe haber sido él.
Los lindos recuerdos que tienes son siempre los valederos cuando nos acordamos de un ser querido.
Beesos!!