martes, 10 de mayo de 2011

La República Invisible.

¿Por qué se llama La República Invisible nuestra productora de cine?

Con la Suca, hace unos años vimos el documental de Bob Dylan hecho por Scorsese, y después leímos el libro Crónicas de Dylan. Todo ahí es inspirador. Creo que Scorsese es un man que podría ser de Guayaquil o Manabí. Su italian-americanismo pueblerino y sofisticado le da una nota de cholo rockero con la que me identifico siempre, me pega durísimo en el pecho. (Nota mental: escribir luego sólo sobre GoodFellas utilizando por lo menos 80% de adjetivos).

Sobre Dylan, creo que me gustan más sus ideas que sus canciones, y eso que igual me encantan sus canciones. En “Crónicas”, Dylan cuenta un episodio de que de joven, al poner un disco de folk, la música lo hizo darse cuenta de que él podía ser otra persona, de que él era otra persona. La música le abrió esta puerta hipotética. Y es que la música nos hace a todos esto, pero yo sinceramente no lo veía de esa manera hasta que leí el libro. Nada que ver todavía con el nombre, pero no podía dejar de citar.

Dylan describe a los jóvenes lectores de Jack Kerouack como la generación "On The Road" (esto sí tiene que ver con el nombre de la productora) y allí es que las cosas se hilaron con lo del impacto que ha tenido para mí la famosa novela: Por recomendación de mi amigo Roberto Ponce leí "On the Road" a los 18 o 19 años. Si no me equivoco él lo leía por segunda vez. El mismo Roberto era (debe ser todavía) un gran contador de sus propias historias de viajes: anécdotas de bus, de juventud extrema (con extrema quiero decir normal, con normal quiero decir parecido al resto de amigos). Pero como siempre con lo normal, bien contado, se vuelve único.

A mí me impresionó el libro inmediatamente: todas sus historias, su forma y su lenguaje. Lo que hace este libro en un joven común, es lo que le hizo esa canción folk al joven Dylan. De pronto yo también era otra persona. Uno, a pesar de vivir en Ecuador y de que ya no es 1950, se sube de alguna manera imaginaria a esos trenes nocturnos de la Yoni y ya no regresa más. La Rueda Mágica.

Kerouack también fue uno de los primeros temas de conversación que tuve con la Suca, y eso de que los gustos une a la gente es tan cierto, como que la gente que comparte gustos a veces se casa, y a veces incluso, hace corporaciones para producir películas. (¿corporación? ¿wtf?). Como nos pasó con La República…

Y bueno con Kerouack, como sabemos, de viejo cambió mucho de opinión, no le fue bien en muchos sentidos (Mal dicho “de viejo” porque realmente nunca fue viejo). Pero con esa parte de la historia no nos vamos a meter. He leído y escuchado que no hay que releer On The Road, que años después uno sólo le encuentra errores. No hice caso y el libro a pesar del nunca viejo Kerouack, me sigue gustando mucho.

Entonces, regresando a Dylan, Él decía que el mainstream no tenía ninguna idea de que aquella generación existía, y claro, esa misma industria masiva no ponía ni a Dylan en la radio. Pero cuando lo hicieron, porque el sistema siempre tiene fisuras, explotó una corriente subterránea con la que empezó la llamada contracultura. Esos lectores, vividores, callejeros de la generación On the Road, regados sin reconocimiento, son a los seres a los que Dylan muy sabiamente llama: The Invisible Republic. La República Invisible, pues (enigma resuelto).

La historia es un poco más complicada, porque Dylan a su vez cita a alguien más para hablar del término de La República... pero como esto no es periodismo sino compartir algo personal, no tenemos que ser tan precisos.

Y aunque para los más conservadores puede sonar muy agringado esto de la invisible republic, Dylan, Scorsese, etc. personalmente pienso que los gustos son lo que nos define. Son nuestra identidad en mucho mayor medida que un territorio o una bandera. Me siento mucho más cercano a Scorsese que a cualquier vecino, y me llega mucho más On The Road (incluso hoy en día), que cualquier literato quiteño vivo.
Won Kar Wai, The Clash, Lucrecia Martel, Milan Kundera, y miles de otros randómicos artistas de diferentes nacionalidades y tendencias políticas son todos miembros de un misma república en mi imaginación. La cultura por suerte no tiene fronteras.

Todos los miembros de las generaciones en el camino, aquí en Ecuador, aquí en Latinoamérica, yo creo que siguen sin tener cabida en el mainstream industrial tan tonto, pareciera que cada vez más tonto. Por suerte el muro del stablishment siempre tiene fisuras. Es un país poderoso La República Invisible.

2 comentarios:

LS dijo...

Muy bueno el post. Totalmente cierta tu apreciación sobre como nos identificamos con lo que nos gusta, indistintamente de donde vengan y en que idioma hablen. Sigue escribiendo y no seas vago como Alfredo....jajaja
Un abrazo

Mario

La República Invisible dijo...

Gracias Mario,
justo en días de vagancia es que ha nacido este blog, así que sobrevivirá mientras más exista esa vagancia...
abrazo
I.