Qué pasa por la calle… gritamos unos guayacos
autodesterrados a todo volumen mientras retumba la canción en los parlantes de
una fiesta. Es 1998, hace 3 años que había
dejado de vivir en Guayaquil: ciudad luminosa, ciudad sin memoria… ciudad con
la que cuesta identificarse, (el ya conocido amor/odio). La canción siempre me da
respuestas… Nada… no pasa nada.
14 años
después: Backstage del concierto de Manu Chao. Llevábamos más de un año con La
Suca (a.k.a La Colorada) y Arturo buscando los derechos de la canción. Manu nos
dice la plena: con la disquera el acceso a la versión grabada está cerrada, pero
se porta dato: -úsenla igual. 6 meses
después estamos con Víctor Andrade y Carlos Bohórquez haciendo un cover para un
himno de nuestra generación.
Salto a
1989: Escucho “Destruye” en unos audífonos con los que me quedo dormido. Tengo
12 años y ya sé que me voy a identificar con Ilegales toda la vida.
21 años
después Jorge Martínez frente a la compu de Cinthia Velasco mira las escenas con
Destruye: Lucas estudiante rompe el
televisor: -Me gusta, me gusta mucho. dice. Un día después nos cuenta como él
fue un estudiante de leyes antes de volverse músico. Se siente identificado con
Lucas y su disidencia: -Usen otra canción…la que quieran. -Siempre me ha
gustado Agotados de esperar el fin. -La tienes.
El
contrato que firmamos con él merece ser enmarcado, en resumidas palabras dice: pueden hacer lo que les de la gana con las
canciones y la disquera no les va a pedir nada. Un contrato punk. Como pago
simbólico haremos un videoclip para su nuevo grupo.
2 años
después la película está lista: en pantalla grande Lucas se queda dormido con los
audífonos mientras escucha Destruye.
Corte a febrero 2013. Quito, CCE.
Todavía es de tarde, una tarde soleada de este verano que se ha extendido
inexplicablemente. Llego una hora antes
para ver que la proyección del cineclub esté bien. Mientras camino algo pasa, no
parece el edificio viejo de siempre (vacío). El patio está lleno de pelados,
unos manes indescifrables, “alternativos” se podría decir, aunque en este punto
no sé muy bien qué significa eso.
Cinturones de púas, gafas,
afros, mohauks, también otros gogoteros, por ahí unos gringos, otros futuros intelectuales
de lente y bufandas, se han tomado el patio, me gusta, parece realmente una
Casa de la Cultura. Uno de ellos habla por teléfono. -Me estás guardando puesto
verdad huevón… está lleno… ya subimos loco… el último pipazo antes de entrar. Recién
por ese diálogo me doy cuenta de que esta gente es mi gente. Que todos estos
pelados están acampando la previa a la película, Está tan lleno que varios se
quedan afuera. Emoción.
Corte a: Un par de meses
después. Guayaquil. MAAC. Día de lluvia intensa y consecuentes inundaciones, por lo que las expectativas son
bajas. La suca me dice que quiere filmar la cola de entrada al conversatorio en
el Maac, a unas 30 personas. Empiezan a entrar y de pronto no paran, y no
paran, nos quedamos fríos. Toda la gente que estaba aparentemente desperdigada
por los alrededores eran también nuestra gente: Skaters, enternados, pelados
con abuelitas, gente random de un Guayaquil que yo no conozco, la fila se vuelve enorme. La sala está tan a
reventar y gente se queda afuera. Un cosquilleo nos recorre, parecido al del
día del estreno…
9 de octubre 2012: El día del
estreno. Un día onírico, al mismo tiempo uno de los mejores conciertos que he
visto en mi vida (las bandas de la peli), una reunión familiar ampliada, una
serie de pequeños encuentros con amigos queridos de todas las épocas. También
cansancio. Tanto tiempo de esperar por ese día, y pasó muy rápido.
Estrenar una película es
emocionante, bello, también es duro. Es pararse en un lugar de exposición antes
desconocido. Es conocer la bondad, buen trip y energía de muchos, pero también
“surfear la mala onda” como diría Mateo Herrera. Uno llega tan agotado que es
incapaz de disfrutar el momento. Las recompensas llegarán después. La
conciencia llegará después.
Después es ahora.
Hoy que escribo han pasado 8
meses desde el estreno. Muchos nos escriben que la peli les cambió la vida, la
peli viaja a festivales, se va a distribuir por lo menos en Bolivia, Francia,
Colombia y EEUU. El DVD está en la calle. Las recompensas siguen, seguimos viajando
en la ola. Y al final la mejor recompensa es no poder parar: ya hicimos un
documental, y ahora soñamos con la siguiente, porque como dice la colorada: “el
cine es pulsión”.